Hoy se cumple el cuarto aniversario del triste fallecimiento de Amy Winehouse, la cantante británica de tupé imposible y voz aun más que rescato el soul en el siglo XXI llevándolo de nuevo a la cima de las listas musicales y de los oídos de medio mundo. Más de actualidad que nunca tras el estreno en Cannes de un documental donde se descubre su auténtica historia, nuestro recuerdo y admiración hoy se centra en ella.
El 18 de junio de 2011, Amy se subía al escenario para ofrecer un concierto en Belgrado. Tambaleándose de la borrachera, incapaz de quitarse los zapatos, balbuceante y afónica, tuvo que interrumpir su actuación ante el abucheo masivo de los asistentes, unos 20.000. Nunca más tendría oportunidad de pisar un escenario, Tras cancelar la gira, practicamente un mes después fue encontrada muerta en su apartamento de Londres. Las causas, una ingesta descomunal de vodka que superaba los límites médicos de la dosis considerada letal. Muchos lo sentian, otros se frotaban las manos pensando en la pasta y titulares que seguiría dando esta muchacha que pasaba a engrosar el macabro club de los 27.
Y es que pocos se pusieron en su piel. Los medios de comunicación no tenían piedad de ella, persiguiéndola día y noche y mas atentos al morbo de la relación toxica con su ex marido y de sus adicciones que de su talento y del legado que poco a poco iba construyendo para la posteridad. Tampoco la gente de a pie. Desde 2008 se había creado una grotesca página web donde cualquiera podía hacer apuestas sobre la fecha de su muerte (whenwillamyhinehousedie.com) Hasta el italiano Marco Perego, a quien nombramos sin tener intención de darle ninguna notoriedad, expuso en la galería de arte de Nueva York una escultura de Amy muerta, tendida en el suelo sobre un charco de sangre. ¿Crónica de una muerte anunciada? Es posible. ¿Nadie pudo hacer nada? Probablemente falso.
El director Asif Kapadia, británico de ascendia india y ganador de un premio Bafta decidio realizar un documental donde apareciera la cara humana detrás del personaje morboso, sus luces (las sombras eran suficientemente voceadas), su autentica personalidad. Como el mismo dice (y suscribimos), todos fuimos cómplices de su muerte. Nos enfrenta cara a cara con la crueldad que los seres humanos somos capaces de desplegar cuando nos reímos de los males ajenos en lugar de sentir compasión. Cuando no nos paramos a reflexionar sobre a que puede deberse la espiral de destrucción en la que se introduce una chica que ha conseguido en la adolescencia tener el mundo a sus pies.
Y ahí radica probablemente una parte del problema. Desde su infancia, la cantante arrastraba una historia de traumas por el abandono de su padre, Mitchell Winehouse, tras el divorcio, cuando ella contaba nueve años. Milagrosamente aparece en la vida de su hija cuando se encuentra en la cima, algo que, por desgracia, no nos suena a desconocido. Con una madre que pasa por alto los problemas depresivos y bulímicos de su hija y un padre obsesionado con su éxito/dinero, ignoran sus consumos cada vez mas frecuentes de drogas. Desde la marihuana, que comenzó a fumar antes de ser famosa, hasta que cruza el limite con el crack, cocaína, heroína y cualquier substancia ilegal que se cruza por su camino. Todo ello agudizado por la aparición en escena del que fuera su marido, Blake Fielder. Para muchos el villano, el culpable de su caída, un crápula que supuestamente la introdujo en el consumo de heroína y gastaba su dinero en drogas y evitar juicios por violencia, algo que finalmente no pudo evadir y le llevo a la cárcel. Para el director, otra victima. Y es que, según su visión, Amy solo podía estar con alguien tan atormentado como ella. No estaba preparada para ser un fenómeno mundial, si es que alguien puede estar preparado para ello, y menos a tan temprana edad. Ese foco de atención continua desestabilizó definitivamente su vulnerabilidad. La cantante adoraba cantar, pero detestaba la fama.
Paralelamente a ir acaparando premios y records Guiness (se convirtió en la primera cantante en ganar 5 Grammys en la misma edición, año 2008 por su segundo álbum, Back to Black y primera británica en conseguir dicho numero de galardones), la chica divertida y tierna iba siendo sepultada por la fama. Y sus allegados. Decidida a abandonar las drogas, se marchó a Santo Domingo a rehabilitarse. El secreto de su paradero fue desvelado a nivel mundial cuando su padre apareció en la isla rodeado de cámaras dispuesto a grabar y sacar tajada de la frágil salud de su primogénita a través de un reality show. Adquieren aquí un nuevo significado las frases de su mítica canción Rehab: I ain’t got the time and if my daddy thinks I’m fine, they’re tried to make me go to rehab but I won’t go go go .
Con solo dos discos grabados, el nombrado Back to Black y Frank (2006) pocas artistas han conseguido lo que ella. Incluso su estética ha marcado tendencia y modificado el mundo de la moda. Es habitual ver en las colecciones de los diseñadores el estilo pin up y la vuelta a los ’50 y ’60, por no hablar del impacto de su excesivo eyeliner, que resaltaba sus enormes ojos alegres y asustados.
Aunque jamás podrá cumplir el deseo que le confesó a una intima antes de morir, daría todo lo que tengo por poder andar tranquila por la calle, su figura siempre estará presente. Algo que no nos consuela. Probablemente su idea en la vida no era dejar un bonito cadáver. Amy, you are really so good. D.E.P.
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Concha Gallén