Una de las figuras más extravagantes, críticas y talentosas del panorama musical de las últimas décadas es el británico Luke Haines. Enemigo de las etiquetas, de eclecticismo estilístico y artista prolífico donde los haya, con dos discos editados este mismo año, el último este mismo mes, su trayectoria bien vale una parada obligatoria en el universo de los repasos merecidos.
De vocación clara y precoz, formó sus primeras bandas en el colegió hasta unirse a The Servants en 1987, con veinte añitos, cuyos dos discos en el mercado obtuvieron escaso éxito comercial. Tras un coma etílico durante una noche de autodestrucción decide comenzar con un nuevo proyecto. Se encierra con un disco de The Kinks y comienza a componer los temas de un nuevo álbum. Bajo el nombre de The Auters reúne a su novia de entonces, Alice Readman (bajo) y a su colega del colegio Glenn Collins (batería), incorporando posteriormente a James Banbury al cello, una extravagancia para la época.
En 1993 The Auters saca su primer disco, New Wave, un álbum que reúne lo mejor del britpop (con perdón del Sr. Haines). Al poco de su lanzamiento es considerado por la crítica como un clásico y la revista Melody Maker les define como los nuevos salvadores del rock. Se auparon al número 22 de las listas británicas. Pero el beneplácito de prensa y crítica les sería efímero. Sus letras, cargadas de cinismo, hartazgo y rozando la misantropía (que posteriormente desplegaría en toda su dimensión el vocalista) iban más allá de lo que estaban dispuestos a soportar, más cuando tenían a mano a grupos más amables en el aspecto temático, como Suede, Oasis o Blur. Para más inri, las comparaciones con Suede fueron inevitables (y la mala relación entre ellos se volvió un clásico), exacerbadas por la competición por el prestigioso Mercury Prize que sus coetáneos les arrebataron con un solo voto de diferencia.
Entre los emblemáticos cortes del álbum destacan Showgirl, How could I be wrong, American guitars, Starstruck o Early years.
Calificado (y autodefinido) como outsider de la escena musical, siempre huyó de cualquier etiqueta. La gente interesada en formar parte de una escena lo hace porque no es lo suficientemente buena para mantenerse por su cuenta. Formar parte de algo les hace parecer mejores. Eso sí, en un primer momento no le importó ser incorporado a ese bandada de grupos británicos que combatían a la invasión americana como explicitaba en el tema American guitars.
En abril de 1994 sus compatriotas Blur lanzan su exitoso disco Parklife. Para Haines, una copia de las ideas plasmadas ya en los álbumes de Suede y ellos mismos. Su revancha fue su álbum Now I’m a cowboy, otro disco magnífico, aunque a años luz de los números de ventas de los londinenses. No obstante logró situarse en el número 17 de las listas patrias, gracias a canciones como Lenny Valentino, Daughter of a child, The upper classes o New french girlfriend.
Recién muerto Kurt Cobain, y con ello cerrada una época musical, ya libre de batallas y reivindicaciones, con tal de no seguir con la desastrosa gira americana de su segundo álbum toma la drástica decisión de tirarse por un edificio (con resultado de las dos piernas fracturadas) y firma con el omnipotente productor Steve Albini (entre otros, gestor del In Utero de Nirvana y Surfer Rosa de Pixies). Fruto de la colaboración nace After Murder Park (1996) grabado en Abbey Road. El resultado es un LP magnífico con la impronta característica del productor, esas guitarras sucias con las que la banda se deshace definitivamente del sambenito del britpop (para muchos, su verdadero proyecto es dinamitarlo desde dentro) y se introduce en la de rock alternativo o indie. A destacar After murder park, Unsolved child murder, Land lovers y New brat in town.
Paralelamente graba ese mismo año bajo el nombre de la banda terrorista alemana Baader Meinhof el disco del mismo título, un proyecto conceptual que gira en torno a la historia de esta facción del Ejercito Rojo, plagado de temas rock con sintetizadores del que el más recordado es el homónimo Baader Meinhof.
En 1999, con el lanzamiento de su cuarto disco, How I learned to love the bootboys, la banda se separa. Este último álbum incluye homenajes explícitos a otras bandas como la inglesa The Rubettes (incluyendo parte del estribillo de su maravilloso tema Sugar Baby Love) o la americana Johnny and the Hurricanes.
Paralelamente, Haines se encontraba inmerso en otro proyecto, la banda Black Box Recorder. El trío formado por él mismo junto con Sarah Nixey y John Moore (ex guitarra y batería de The Jesus and Mary Chain), había debutado un año anterior con el disco England made me (1998), con polémica incluida debida a la canción Child Psychology, censurada en las emisoras británicas por su estribillo Life is unfair, kill yourself or get over it. En la cara B del single realizan una excelente versión de la canción de Jacques Brel Le Moribond, bajo el título de Seasons in the sun en la susurrante voz de Nixey. Una sana costumbre la de versionar grandes clásicos, que rubricaron con la subyugante Rock’n’roll suicide de Bowie, una de las mejores baladas de la historia, incluido en The worst of Black Box Recorder, un recopilatorio de rarezas y caras B.
Otros temas dignos de mención son Girl singing in the wreckage, del primer álbum, The facts of life, que da título al segundo LP (2000) o Andrew Ridgeley, del disco Passionoia (2003).
En su línea de solapar proyectos, en 2001, aun en Black Box Recorder lanza su primer álbum en solitario, The Oliver Twist Manifesto (2001). En Das Capital (2003), vuelve a grabar temas de The Auters y Baader Meinhof en compañía de un quinteto de cuerda. A él le sigue un disco oscuro bajo el título Off my rocker at the art school bop (2006) y 21st Century Man (2009) en el que sigue destilando su cinismo y centrándose en referentes como la figura del rock progresivo Peter Hammill o el actor Klaus Kinski.
Entre estos dos realizó un parón musical para escribir una de sus autobiografías, Bad Vibes: Britpop and my part of in its downfall, al que la seguiría en 2011 una segunda, Post everything: outsider rock and roll, complemento del álbum Outsider music (Vols. 1-50) (2010). Como ya es costumbre rinde tributo a sus ídolos, en este caso a T-Rex en el glamuroso tema Marc Bolan blues o a un popular jazzista estadounidense en Herbie Hancock has an idea.
Al año siguiente publica 9 1/2 psychedelic meditations on british wrestingl of the 1970s & early ’80s. Y sí, el título no engaña, un álbum conceptual en clave psicodélica en torno al tema de la lucha.
Llegamos al año 2013 y sale al mercado Rock and roll animals, un disco cuyo título homenajea al álbum homónimo de Lou Reed del año 1974. Virando de estilo, en este caso sorprende con una fábula protagonizada por tres cantantes (Gene Vincent, Nick Lowe y Jimmy Pursey) convertidos en tiernos animalitos. En palabras de su creador, el rock and roll es un juego de perdedores, por lo que las historias versaban sobre más outsiders. A la crítica, por cierto, le gustó bastante.
Con un ritmo frenético de producción, el 2015 graba New York in the 70’s. Se centra en los personajes de la escena underground de la ciudad de los rascacielos a través del retrato de protagonistas de la década como Lou Reed en Lou Reed Lou Reed o Alan Vega (Suicide) en Alan Vega says.
Con un ritmo frenético en 2016 saca tres discos. El primero, Raving (vols. 1-75), grabado en 75 ediciones distintas con mínimas variaciones entre cada una. El segundo, Adventures in dementia, un álbum de 15 minutos lleno de referencias al brittish way of life y con claras influencias de la banda The Fall Y por último, British nuclear bunkers, un disco grabado en su totalidad con sintetizadores analógicos.
Recientitos tenemos dos trabajos grabados este mismo año. Smash the system, que supone su primer álbum no conceptual que nuestro amigo Haines presenta en seis años, y Freqs, de sonidos más electrónicos y experimentales.
De tan interminable lista de canciones y estilos, resulta difícil decantarse por una sola. Pero vamos a escoger All the english devils, del álbum en solitario Off my rocker at the art school bop de 2006. Disfruten.
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Concha Gallén
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