2016. Se han cumplido 30 años del lanzamiento del álbum Marines a pleno sol, una de las joyas que nos dejó un grupo de la Movida madrileña, Los Nikis, que probablemente no fueron nunca considerados como miembros de pleno derecho de ella. Como bien resume Joaquín Rodriguez, el bajista del grupo, recién estrenado como escritor con el libro NPI (Ni puta idea de música), siempre seremos pijos entre los macarras y macarras entre los pijos. Ideologías e interpretaciones varias aparte, los chicos de Algete han dejado un legado que bien merece un buen repaso.
Corrían los años 80. España era inundada por aires de rebeldía, inconformismo y gritos de la libertad reprimida durante tanto tiempo. Aunque esa tendencia a categorizar todo y cierta inflexibilidad que nos caracteriza no la íbamos a perder. De este modo, cuando a diferencia de la mayoría de las bandas de su generación, aparecieron por televisión y en conciertos unos chicos de familia media que vestían polos de Lacoste, las etiquetas y exabruptos estaban servidos.
Provenían de la urbanización Santo Domingo, a las afuera de la localidad madrileña de Algete, residida por personal de la compañía Iberia. No desperdiciaron la posibilidad que les ofrecía el trabajo paterno de salir al extranjero con precios especiales, absorbiendo las corrientes musicales de la época. Tenían varias cosas bastante claras: no sabían tocar, la música les iba a servir como divertimiento, no como modo de ganarse la vida en un futuro y les encantaba el punk de Ramones.
La base del grupo es un trío formado por Emilio Sancho (cantante), el citado anteriormente Joaquín Rodríguez (bajista) y Arturo Pérez (guitarra). El resto del grupo va modificándose a través de su singladura, como los hermano Cabello (Rafa y Fernando), Daniel Parra y Johnny Canut (excomponente de Parálisis Permanente y Dinarama).
Su primera maqueta incluye títulos míticos como Mi chica se ha ido a Katmandú (o Kandanchú, tal y como la presentaban en los conciertos). El locutor de Onda 2, Jesús Ordovás, se convierte automáticamente en un fiel admirador y gracias a la radiación continua en su programa los fans y las salas madrileñas comienzan a aparecer. Ese mismo año participan en el Festival de Primavera de la Universidad Autónoma de Madrid donde actúan junto a Alaska y los Pegamoides. Con ellos comienza una relación de amistad mantenida a través del tiempo (chocante si comparamos con otros grupos que se negarán a tocar con ellos). De hecho, varias veces actuarán como sus teloneros.
En 1981 lanzan su primer EP, La amenaza amarilla y un año más tarde Sangre en el museo de cera, ambos reeditados en 1982 por el sello discográfico Lollipop, creado por ellos mismos (concrétamente por Rafa y su hermano Agustín). También se dedican a la producción del material de otros de la época como Rubi y los Casinos u Hombres G.
Mientras Joaquín estudia en Salamanca, Los Nikis frenan su actividad, rehaciendo su formación por la salida de los hermanos Cabello. La capacidad de Joaquín de formar bandas comienza a hacerse patente; es por esta época cuando con la colaboración de Ana Curra y Alaska crea Negros S.A. un proyecto puntual.
En 1985, ya con Johnny Canut a la batería, firman por la discográfica Dro el que será su disco más exitoso, Marines a pleno sol. Contiene doce temas con composición divertida e irónica. Sin duda, el que pegará más fuerte será El imperio contraataca, una oda mitad melancólica, mitad sarcástica sobre ese imperio español donde no se ponía el sol, allá por la época de Felipe II y su retorno en el siglo actual. Algunos (demasiados) nostálgicos del franquismo malinterpretan su mensaje, cantándolo a mano alzada, lo que les dejará un estigma de grupo facha que muchos no perdonarán. Otras de las canciones a destacar son La canción de la suciedad, una versión del A song from under the floorboards de la banda británica Magazine, La puerta verde, versión de Green Door de Jim Lowe, La naranja no es mecánica o Diez años en Sing Sing.
Dos años más tarde lanzan Submarines a pleno sol (1987). Continúan construyendo historias con letras descacharrantes como Maldito cumpleaños, Brutus o Amante Bandido, versión de la exitosa Bandido de Miguel Bosé o Yo soy tu sombra, adaptación de I’ll be your mirror de (nada menos), la Velvet Underground.
Con La hormigonera asesina (1989) ponen prácticamente punto y final a su carrera. En él continúan las buenas letras y la polémica que, en realidad, ni en el presente les ha abandonado. Su relación amor-odio con Benidorm la firman en dos canciones, Voy a Benidorm, adaptación de Born to be alive de Patrick Hernández y No vuelvo a ir a Benidorm, cover de Rhythm of the rain de The Cascades. Los alicantinos se quedaron con la última y les llegaron a declarar personas non gratas. Con su Enrique el ultrassur, se cargaron de (des)calificativos que aludían a una apología de la violencia. También incluyen un homenaje a Rosendo en su adaptación de Agradecido. Cosas de la vida, en el disco tributo al cantante ocho años más tarde nadie se acordó de llamar a los de Algete…
En 1998 hacen una rareza de las suyas, que es lanzar un álbum, Más de lo mismo, únicamente a través de pedidos por teléfono o correo eléctronico. Contiene su esencia característica con himnos como Tina tiene que espabilar, Canto en inglés, Soy minero o Borja el Motorolo, además de versiones como Mamma Mía (Abba) y Ahora sé que me quieres (Fórmula V).
Continúan su amistad dentro de sus proyectos profesionales independientes. Joaquín como piloto, Enrique como directivo de diversas empresas y Arturo como informático.
Pese a los intentos de reagrupación se jactan de ser los únicos de los ’80 que no lo han hecho, aunque como apuntilla con su cachondeo característico Joaquín el único grupo con el mismo honor es Mecano, y me fastidia estar en su mismo saco. Lo más parecido a su vuelta ha sido su actuación como artista invitado en el concierto que dieron este año en Madrid los gallegos Aerolíneas Federales, donde les jalearon entre el público buena parte de los músicos de aquella época.
Mención especial hemos de tener con Joaquín Fernández. Junto con componentes de Fangoria y Airbag, entre otros, lleva años tocando ocasionalmente en Los Acusicas, fundado por él mismo y Mauro Canut, una banda con canciones punk rock propias y expertos en mezclas (aparentemente) imposibles, lo que denominan bootlegs, que consiste en una combinación de canciones que en su origen no tienen nada en común. Talento hay que tener para hacer sonar como un todo el De pata negra de Melody con Simpathy for the devil de The Rolling Stones en Melody for the devil, Raphael con Europe en The final escándalo o a Nirvana con Mecano en Nirvana Torroja.
Sabiendo de antemano que es imposible escoger con justicia, nos quedamos como recordatorio su tema La naranja no es mecánica, aludiendo a la película de Kubrick sobre el libro de Anthony Burgess, con la que se llevaron otro varapalo de críticas con su ya manido apelativo de apólogos de la violencia. Disfruten.
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Concha Gallén
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