DESNUDANDO LA MÚSICA: Janis Joplin, la mujer en busca de amor

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Me siento tan inútil aquí abajo, sin nadie a quien amar. A pesar de que he buscado por todos lados, no puedo hallar a nadie que me ame, que sienta mi cariño. Quizá esta frase sea la que mejor resuma el tormento de la texana Janis Joplin, la reina blanca del blues. Una mujer llena de traumas e inseguridades que buscó el amor desesperádamente pero solo encontró una gloria de la que poco disfrutó. Hoy, 45 años y un día después de su muerte, nuestro más sincero homenaje.

Nacida en una pequeña ciudad cercana a Dallas, Janis siempre fue una niña inadaptada. Con problemas de sobrepeso y acné, era objeto de burla de sus compañeros, lo que la convirtió en una joven solitaria, que encontraba consuelo en el arte: la música, la pintura y la poesía. Se rodeaba de marginados como ella, a quien también tachaban de amiga de los negros, por su sentimiento claramente antirracista. Comenzó a frecuentar bares de Luisiana de música blues (adoraba a Bessie Smith) y, aunque comenzó la carrera de Bellas Artes en la Universidad de Austin, la abandonó enseguida y se marchó a San Francisco para centrarse en la música.

Su consumo de drogas y alcohol comenzó por esa época, y sus 35 kilos hicieron que sus amigos, preocupados por ella, la convencieran para volver a casa.

Quizá consciente de que su idilio con la música no presagiaba nada bueno, en 1965 comenzó a estudiar Sociología en la Universidad de Lamar y decidió formar una familia junto a Peter LeBlanc. Pero, tras su proposición de matrimonio, la abandonó, comenzando un camino de autodestrucción sin retorno.

Un año más tarde, en California se une al grupo Big Brother&The Holding Company, con los que Janis se convierte en toda una atracción. Era el símbolo de la antidiva: sin maquillar, despeinada, con vestidos llenos de plumas y coronas de flores, era su voz descarnada y de registros increíbles la que cautivaba al público. Con esta banda grabó el primer disco, que cosechó gran éxito. Con ellos actuó en festivales como el de Monterrey, en el que compartió escenario con otros grandes como Jimi Hendrix, The Mamas and the Papas, Otis Redding o The Who.

En 1968 se publicaba el segundo álbum de la banda, Cheap Thrills, que se convirtió en disco de oro en tres días. Con todo el protagonismo centrado en ella, dejó el grupo para formar uno de estilo más folk y blues, la Kozmic Blues Bland, con los que lanzó el que sería su último disco en vida, I got dem ol’ kozmic blues again Mama! (1969), iniciando una gira europea que la sumiría aún más en la adicción a la heroína. A la vuelta actúa en el ya mítico Festival de Woodstock (1969), tras lo cual el grupo se disuelve.

Poco después de un intento de rehabilitación de drogas en Brasil, vuelve a Estados Unidos y forma el grupo Full Tilt Boogie Band, aunque continúa también tocando con su antigua banda. Tras un concierto en el que salen de copas para celebrar el éxito, Janis no aparece a la mañana siguiente y el resto ya es historia. La encuentran en la habitación de un hotel, sola, con una sobredosis de heroína que acabó con ella y sobre cuyas misteriosas circunstancias se ha especulado mucho.

También ha dado para artículos y artículos de prensa musical y rosa su sexualidad. Lesbiana, bisexual…ella se describía únicamente como sexual, y su larga colección de amantes, hombres y mujeres, no lograron que encontrara una pareja estable, algo que deseaba por encima de todo, sentirse querida. Leonard Cohen (que le dedicó Chelsea Hotel) , Kris Kristofferson (quien le compuso Me and Bobby McGee), Peggy Caserta, Eric Clapton… Calificada como adicta al sexo, en un mundo donde los músicos (masculinos) tenían relaciones sexuales con sus groupies cada noche, la texana solo podía encontrar el amor a través del sexo casual, levantándose cada día más vacía y más sola.

A las seis semanas de morir se publicó su disco Pearl (apodo por el que era conocida), que se mantuvo en las listas de éxitos 14 semanas. La revista Rolling Stone la situó en el puesto 46 de los mejores artistas de todo los tiempos y en 2013 obtuvo su estrella en el Paseo de la Fama.

Solo tres discos respaldan su carrera, presagio de lo que hubiera podido a lograr. De entre sus perlas, no nos podemos resistir, aunque resulte obvio, a escoger Piece of my heart, que define sus sentimientos y relaciones, en las que inevitablemente resultaba abandonada y herida: never never never never never never hear me when i cry at night, honey, I cry all the time! And each time I tell myself that I, well I can’t stand the pais, but when you hold me in your arms, I’ll sing it once again. I’ll say come on (…) and take it, take another little piece of my heart now baby (…) break another little piece of my heart…

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